Vivienda y accesibilidad para personas mayores
La conocida ya como revolución de la longevidad enfrenta a las sociedades desarrolladas a un conjunto de retos que han de afrontar con urgencia para garantizar el envejecimiento de su sociedad en condiciones de dignidad y respeto a su autonomía.
Es sobradamente conocido que las personas que envejecen desean permanecer en su entorno habitual, aun en el caso de necesitar ayuda. Las características de la vivienda, su entorno cercano, su ubicación, condicionan en gran parte la posibilidad de las personas de mantenerse en su domicilio y entorno a medida que envejecen. Su potencial preventivo es evidente y convierte al alojamiento en uno de los paradigmas más importantes para el futuro de los modelos de atención con las personas mayores.
Pero las características de sus viviendas, los barrios y las ciudades que habitan, en ocasiones hacen muy difícil el cumplimiento de sus deseos y preferencias. Un número considerable de personas mayores, y muy mayores habitan viviendas con barreras arquitectónicas, especialmente carencia de ascensor, que se convierten en sí mismas en elementos potenciadores de dependencia y obligan a estas personas a tener que abandonar su domicilio.
La adaptabilidad funcional no puede considerarse como un modelo en sí mismo, pero sí como una de las soluciones existentes; de hecho, es la más extendida y la opción preferida por la mayoría de los usuarios ya que, prácticamente todos los mayores viven en su propia vivienda. Consiste en la reforma de la vivienda propia para adaptarla a las necesidades que se va encontrando la persona mayor. Presenta una serie de ventajas, fundamentalmente relacionadas con las relaciones sociales establecidas y la sensación de pertenencia.
Este texto forma parte de un extenso estudio denominado Viviendas y Sistemas Alternativos de Alojamiento para personas mayores en Europa (pdf).
En este estudio se analiza como encaran diversos países europeos las alternativas de alojamiento y políticas de vivienda para las personas mayores.